Que el corazón te palpite a cien por hora. Recuerda que llorar no suprime dolores. Que sueñes pero que no se te olvide volar. Súbete a lo más alto y que si tienes que bajar, baja. Disfruta, pero camina y no te detengas en el camino. Si tropiezas, te levantas, aunque sepas que volverás a tropezarte. Nunca dudes y sobre todo que no se te olvide, que aunque soñar sea gratis, hace falta principalmente una cosa, para soñar primero hay que sonreír. Y sin esto, no puedes cumplir nada de lo anterior y sin sueños la entrada está PROHIBIDA aquí...



sábado, 31 de diciembre de 2011

Feliz 2012

Trecientos sesenta y cinco días han recorrido un dos mil once, como días tienen todos los años. Y maldita costumbre que tenemos de cada treinta y uno de diciembre hacer memoria y balance de un año terminado, de lo bueno, de lo malo, de lo que vino y se fue, de lo que se quedó, de lo que no llegó, de lo que pudo y no fue, del que habría sido si… Y ahí nos quedamos en el “y sí…” Esperando siempre, siempre que el próximo año sea muchísimo mejor, en todos los aspectos. Y me pregunto yo, ¿Por qué le pedimos tanto al año nuevo? Crecer y vivir, pero vivir felices. Casi siempre lo mismo. ¿Habéis visto la película más allá de los sueños? Creía que todo lo que sus sobrinos mencionaban en sus cuentos se cumplía sin darse cuenta que lo que se cumplía no era lo que sus sobrinos querían, sino lo que la vida le había deparado. Utilizaba sus sueños para creer tener un futuro mejor hasta que se propuso cumplirlos. No se vosotros, pero yo cuando deseo algo con todas mis fuerzas y se cumple soy la chica más feliz del mundo. Pero también es verdad que cuando deseamos algo y esto no se cumple llegamos a cansarnos de esperar y decepcionarnos. Mi anterior año pasó de ser el más fantástico a ser uno de los peores, de aquel año aprendí sólo una cosa, lo fácil que resultaba perder lo que uno había creído que tenía para siempre, que amar es destruir y que ser amado es ser destruido. Decidí entonces hacer un borrón y cuenta nueva, olvidar algo que quisiera o no había pertenecido ya a mi vida, hasta que me preguntaron que por que decidí que el pasado estaba olvidado cuando viviré de él el resto de mi vida. Lo único que le pedí exclusivamente al dos mil once era absolutamente nada, vivir mi vida sola y sin preocupaciones. Por lo que caí en la cuenta que cuando no pides nada y llega solo eres igual de feliz o incluso más que cuando deseas algo con todas tus fuerzas y se cumple. Y si tuviera que hacer balance de mi dos mil once diría que ha sido perfecto para lo que yo esperaba de él. Por fin llegó mi perra nueva (la deseé con todas, todas mis fuerzas, tardó un año y medio pero llegó). Un verano diferente a lo que siempre había odiado, playa, mucha playa, windsurf y playa de nuevo, amigas, mis amigas de siempre. Volví a vivir aquel sentimiento que tanto me negué a que volviese a reaparecer en mi vida, pero se cumplió mi promesa, quien apareciese tenía que desaparecer. Aunque desapareciese de mi vida y perteneciese a ella ya de otra forma, porque se que por mucho que lo negara es el especial de mi año, de este año. Cambié por completo aquella mentalidad de “el amor es una mierda” para convertirlo en “mi error no fue tenerte, sino quererte”. Olvidé al fin a aquella persona que algún día todos creemos que es el amor de nuestra vida. Y acabé mi dos mil once como mejor se puede acabar, con los míos, como a mi me gusta. Y me voy feliz a la cama, porque sé que mañana será un día más y que en mi vida aunque aparezca un nuevo feliz dos mil doce se que no habrá cambiado nada, y a mi me gusta eso.

¿Sabéis que le pediré a mi dos mil doce en el brindis?
Absolutamente nada, me gusta lo inesperado
Porque  lo que no quiero, lo cojo con más fuerza.